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Autoestima

Autoestima – No la busques solo en el gym

Muchas personas empiezan a entrenarse para mejorar, empezar de cero, cambiar la propia vida, obtener más seguridad, autoestima y autoaceptación. Lo cual está muy bien.

Entrenarse, mejorar el propio aspecto, las propias prestaciones, conseguir unos objetivos, son todas cosas que mejoran la autoestima y la seguridad en nosotros mismos.

Todo lo dicho está muy bien, son todas cosas que ayudan a mejorar la calidad de vida y el bienestar.

Pero ojo, porque pasar de una cosa positiva a una obsesión que envenena la vida de una persona es muy fácil. Por desgracia para muchas personas, sobre todo las que obtienen excelentes resultados y pasan por transformaciones increíbles, es una cosa muy común.

Para muchos el propio aspecto, los centímetros del bíceps, la definición de los abdominales, los kilos cargados en la barra, los like en los selfie, el personaje que se crea detrás de un disfraz de piel, carne y huesos... se convierten en el único medio con el cual alimentar la propia autoestima y seguridad, con la cual se identifican como personas.

Hasta que están en la cima parecen imparables, chulos, seguros, potentes. Pero cuando pasa algo, una lesión, problemas de trabajo, pareja, imprevistos... algo que les impide mantener los resultados o quizás les hace retroceder un poco, caen como un castillo de naipes.

La autoestima desaparece, no se gustan más, están inseguros, infelices, empiezan a frustrarse y desahogarse con los demás.

Autoestima frágil y maldad gratuita

En muchas discusiones polémicas hay un hilo conductor común, y las dinámicas son más o menos siempre las mismas.

Los súper dopados o los talentos genéticos que obtienen grandes resultados de manera más o menos simple, que luego acusan a los demás de insuficiente dedicación o malas competencias, solo porque tardan más o no pueden lograr los mismos resultados...

...son tan ridículos como los desafortunados genéticamente y/o que hacen las cosas mal no logrando nada, que acusan a los demás con buenos resultados de dopaje.

En la base de ambas conductas hay un mixto de incapacidad de entender, carencia de autoestima y no aceptación de sí mismos.

Los dopados o talentos genéticos, comportándose así quitan peso al uso de fármacos o a la fortuna genética, reforzando sobre sí mismos la idea de que son superiores por alguna "dedicación superior" o conocimiento mágico que los demás no pueden tener.

Los desafortunados y/o incompetentes con esa conducta, quitan peso a la propia mala competencia o mala dedicación o al hecho de tener una mala genética.

Lo que NO te hace superior

Hacer leg day destructivos, o creerse superman porque levantan 100kg de press banca e insultan a los que no lo hacen.

Creer que el mundo se reduce solo y exclusivamente al gimnasio, que todo el mundo se mide en centímetros, kilos y porcentajes de grasa.

Pensar que los resultados de los entrenamientos de una persona se convierten en el único parámetro de evaluación para definir a una persona y su vida.

En todos los casos, lo que se obtiene es resultar ridículos y antipáticos a los ojos de las personas normales, sin problemas de autoestima... reclutando, en cambio, gente con inseguridad crónica en búsqueda de coartada. 

La autoestima y la autoconfianza, así como aprender a aceptarse, son cosas que necesitan tiempo y dedicación constante y que van más allá del gimnasio, el cuerpo o la dieta.

Lo que se elige hacer debería ser un placer

Entrenarse, hacer la dieta, hacer fitness, así como cualquier otra actividad lúdica que se hace por placer y diversión, debe ser algo que mejora y completa la vida.

No una obsesión, una fuente de estrés y frustración. Debe añadir, no restar a la calidad de la vida.

Los abdominales secados y el bíceps enorme, los like en los selfie en el baño y en la piscina, podrán solo ser unos paliativos por poco tiempo. Proporcionarán ilusión de la seguridad y de la satisfacción por un poco de tiempo...

...pero la magia termina pronto, si no se trabaja la verdadera autoestima, la verdadera autorrealización y se trabaja en desarrollarse como personas y no como contenedores estéticos, al fin y al cabo se termina sin autoestima, sin paliativos y con eterna frustración.

 

Mantener la propia autoestima es un cómputo continuo que pone a prueba toda la fuerza y los recursos interiores del individuo. Tenemos que demostrar nuestro valor y justificar una vez más nuestra existencia cada día

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